Hoy, martes 21 de diciembre de 2010 va a ser un día para recordar.
La voluntad de la ciudadanía ha terminado de imponerse a las presiones de lobbies, embajadas y gobiernos extranjeros sobre nuestros representantes. Y la llamada democracia 2.0 ha madurado de una forma decisiva. Ya no es un bonito concepto de marketing viral sino una contundente realidad.La sociedad española ha dicho alto y claro al gobierno que no quiere la "Ley Sinde"21-12-2010 - Desde hace días, la voz de los ciudadanos retumbaba en los muros del Congreso; algunos incluso dicen haber visto temblar a los propios leones por un momento, asustados porque lo que pensaban que era unaminoría muy ruidosa ha resultado ser un clamor ciudadano mayor de lo que nadie hubiera podido imaginar, algo realmente atronador.
La Ley Sinde era finalmente tumbada, tan solo apoyada por los votos a favor del PSOE. Además, el intento de aprobarla de tapadillo y sin mucho ruido ha resultado finalmente fallido, pues el estruendo que ha provocado ha resonado mucho más allá de Internet y ha pasado a las tertulias radiofónicas y a las conversaciones de los bares. Gracias al empeño del gobierno en instaurar la censura en Internet a toda costa, toda la sociedad ha conocido un tema que inicialmente estaba sólo reservado al ámbito de Internet.
Tras multitud de protestas dentro, y sobre todo fuera, de la Red el Gobierno intentó retrasar la votación por dos veces para conseguir tiempo y tratar de convencer a los partidos, que ya habían constatado de manera fehaciente el masivo rechazo de la ciudadanía a esta ley, de que no votaran en contra. A mediodía, poco antes de que se celebrara la votación aplazada, toda la prensa ya destacaba el rechazo de todos los partidos -salvo obviamente el PSOE- a la Ley, con lo cual la propuesta quedaba virtualmente tumbada, como así reseñaban multitud de medios digitales.
A esas alturas, ya todo el mundo había comprendido dentro y sobre todo fuera de Internet lo que significaba realmente la LES; ya no se trataba sólo de una protesta de "cuatro frikies" delante de un ordenador, eran miles y miles de ciudadanos de los más diversos ámbitos, algunos muy alejados de Internet, que recordaban o habían oído hablar de los oscuros tiempos de la censura en España y que no deseaban volver a esas épocas.
Mientras tanto, los lobbies -conscientes de la ola de protestas que invadía España- se quitaban definitivamente la careta y amenazaban sin tapujos con atacar directamente a los ciudadanos si se rechazaba la Ley Sinde, fieles a su estilo habitual de criminalizar a todo aquel que no comulga con sus ruedas de molino. Pero también gracias a cosas como ésa, la indignación ciudadana continuaba en aumento y la revolución (silenciosa al principio) ya había cogido cuerpo suficiente. Todos los partidos de la oposición estaban de acuerdo en votar contra la LES y el PSOE se empeñaba una y otra vez en retrasar la votación hasta que se ajustara a sus intereses, demostrando así el "talante" democrático de un gobierno que tampoco tolera la disidencia, aunque ésta provenga del pueblo al que debe servir.
Al reanudarse la sesión pasadas las 15:30 se volvió a anunciar una prórroga (la segunda) de la votación y se acordaba realizar ésta al final del pleno. Más tiempo para intentar convencer a los partidos contrarios (y debemos insistir, a cambio de qué más?) para que mostraran su apoyo. Muchos ya sospechaban que CiU (tras la reciente victoria en Cataluña) quería estrenar su nueva posición de fuerza consiguiendo más prebendas y que debían atar bien los cabos antes de dar su apoyo explícito al gobierno; craso error teniendo en cuenta la importancia que para este partido tienen las próximas elecciones municipales. Tiempo que sólo significaba alargar la agonía de un proyecto de ley (clínicamente muerto ya) que perseguía consagrar el cierre indiscriminado de páginas web sin que ningún juez entrara al fondo del asunto, al más puro estilo de cualquier república bananera, donde sus dirigentes hacen y deshacen a su antojo, pasando por encima de la democracia como una apisonadora.
Ante este bochornoso espectáculo, muchos se preguntaban si antes de las 9 de la noche (hora fijada para la votación, tras los aplazamientos) no decretarían también el Estado de Alarma en el Congreso, para someter por la vía militar a los rebeldes diputados que no estaban dispuestos a consentir semejante atropello. Dada la situacion que se había creado durante todo el día, se esperaba cualquier resultado y la red se dividía entre los que ya celebraban el triunfo de ver la Ley Sinde muerta y enterrada y los que no las tenían todas consigo y esperaban cualquier sucio truco de última hora para defender lo indefendible y sacar la ley adelante.
Finalmente, más allá de las diez de la noche la Ley Sinde era tumbada al tiempo que la victoria se celebraba en Internet con fuegos artificiales virtuales; miles de twitter estallaban simultáneamente comunicando la noticia del feliz desenlace.
Pero éste no ha sido un triunfo cualquiera, ha sido un triunfo de la democracia directa, de los ciudadanos que deciden no ser individuos pasivos -una vez depositado el voto en las urnas- sino que se implican a diario en los problemas que les afectan directamente, y que exigen que los políticos a los que elijen rindan cuentas de sus decisiones. Y este triunfo ha mostrado además otra cosa: que la democracia y el Estado de Derecho no son gratis sino que deben ganarse dia a dia y minuto a minuto, porque si los ciudadanos no se ocupan de defender estas cosas, nadie lo hará por ellos.
Desde aquí, enhorabuena a toda la ciudadanía por un trabajo bien hecho.
Tras multitud de protestas dentro, y sobre todo fuera, de la Red el Gobierno intentó retrasar la votación por dos veces para conseguir tiempo y tratar de convencer a los partidos, que ya habían constatado de manera fehaciente el masivo rechazo de la ciudadanía a esta ley, de que no votaran en contra. A mediodía, poco antes de que se celebrara la votación aplazada, toda la prensa ya destacaba el rechazo de todos los partidos -salvo obviamente el PSOE- a la Ley, con lo cual la propuesta quedaba virtualmente tumbada, como así reseñaban multitud de medios digitales.
A esas alturas, ya todo el mundo había comprendido dentro y sobre todo fuera de Internet lo que significaba realmente la LES; ya no se trataba sólo de una protesta de "cuatro frikies" delante de un ordenador, eran miles y miles de ciudadanos de los más diversos ámbitos, algunos muy alejados de Internet, que recordaban o habían oído hablar de los oscuros tiempos de la censura en España y que no deseaban volver a esas épocas.
Mientras tanto, los lobbies -conscientes de la ola de protestas que invadía España- se quitaban definitivamente la careta y amenazaban sin tapujos con atacar directamente a los ciudadanos si se rechazaba la Ley Sinde, fieles a su estilo habitual de criminalizar a todo aquel que no comulga con sus ruedas de molino. Pero también gracias a cosas como ésa, la indignación ciudadana continuaba en aumento y la revolución (silenciosa al principio) ya había cogido cuerpo suficiente. Todos los partidos de la oposición estaban de acuerdo en votar contra la LES y el PSOE se empeñaba una y otra vez en retrasar la votación hasta que se ajustara a sus intereses, demostrando así el "talante" democrático de un gobierno que tampoco tolera la disidencia, aunque ésta provenga del pueblo al que debe servir.
Al reanudarse la sesión pasadas las 15:30 se volvió a anunciar una prórroga (la segunda) de la votación y se acordaba realizar ésta al final del pleno. Más tiempo para intentar convencer a los partidos contrarios (y debemos insistir, a cambio de qué más?) para que mostraran su apoyo. Muchos ya sospechaban que CiU (tras la reciente victoria en Cataluña) quería estrenar su nueva posición de fuerza consiguiendo más prebendas y que debían atar bien los cabos antes de dar su apoyo explícito al gobierno; craso error teniendo en cuenta la importancia que para este partido tienen las próximas elecciones municipales. Tiempo que sólo significaba alargar la agonía de un proyecto de ley (clínicamente muerto ya) que perseguía consagrar el cierre indiscriminado de páginas web sin que ningún juez entrara al fondo del asunto, al más puro estilo de cualquier república bananera, donde sus dirigentes hacen y deshacen a su antojo, pasando por encima de la democracia como una apisonadora.
Ante este bochornoso espectáculo, muchos se preguntaban si antes de las 9 de la noche (hora fijada para la votación, tras los aplazamientos) no decretarían también el Estado de Alarma en el Congreso, para someter por la vía militar a los rebeldes diputados que no estaban dispuestos a consentir semejante atropello. Dada la situacion que se había creado durante todo el día, se esperaba cualquier resultado y la red se dividía entre los que ya celebraban el triunfo de ver la Ley Sinde muerta y enterrada y los que no las tenían todas consigo y esperaban cualquier sucio truco de última hora para defender lo indefendible y sacar la ley adelante.
Finalmente, más allá de las diez de la noche la Ley Sinde era tumbada al tiempo que la victoria se celebraba en Internet con fuegos artificiales virtuales; miles de twitter estallaban simultáneamente comunicando la noticia del feliz desenlace.
Pero éste no ha sido un triunfo cualquiera, ha sido un triunfo de la democracia directa, de los ciudadanos que deciden no ser individuos pasivos -una vez depositado el voto en las urnas- sino que se implican a diario en los problemas que les afectan directamente, y que exigen que los políticos a los que elijen rindan cuentas de sus decisiones. Y este triunfo ha mostrado además otra cosa: que la democracia y el Estado de Derecho no son gratis sino que deben ganarse dia a dia y minuto a minuto, porque si los ciudadanos no se ocupan de defender estas cosas, nadie lo hará por ellos.
Desde aquí, enhorabuena a toda la ciudadanía por un trabajo bien hecho.
No hay comentarios:
Publicar un comentario