El único que ha trascendido más allá de sus límites, sigue sin estar resuelto: frente a sus costas se asientan las ruinas de la enigmática ciudad acuática de Nan Matol, construída —nadie sabe cuándo ni por quién— con gigantescos bloques de basalto sobre 91 islotes artificiales.
Invadida por la jungla y los manglares, continúa siendo para los nativos una ciudad prohibida, que —de acuerdo con su tradición— acecha con la muerte a quien osa permanecer en ella después de la caída del Sol.
En este enclave de las Carolinas orientales, en la Micronesia, acumulando vivencias en la jungla de los montes y en los manglares de las aguas litorales, conviviendo con los transmisores del conocimiento de la isla, existe el rompecabezas de la desafiante historia de Pohnpei —descubierta por navegantes españoles en el siglo XVI— que mantiene a muerte un solo principio: no revelar jamás todo lo que alberga.
Las ruinas de Nan Matol son 91 islotes artificiales construídos sobre el arrecife, a base de la superposición –única en el mundo– de enormes columnas de basalto. Analizando todas las posibilidades que podían ofrecerse de transportar estas columnas desde la cantera que se hallaba al norte de la isla, hasta el enclave en que habían sido apiladas en Nan Matol ...
Por tierra, imposible, dado que la espesa jungla que cubría toda la isla, y los intrincados manglares que se extendían a lo largo de la costa, hacían imposible el transporte de estos enormes bloques de piedra.
Cabía la posibilidad de un transporte por mar, a lo largo del arrecife. Miquel Amat, experto navegante, comentó sin embargo que la única posibilidad habría sido, en época tan lejana, el sujetar cada columna de piedra debajo de una enorme balsa, para evitar que esta zozobrara y se hundiera.
Pero entonces, ¿cómo habrían podido salvar la barrera coralífera con la que habrían topado? El transporte era a todas luces imposible. Excepto para los iniciados, aquellos privilegiados isleños que conocían la historia auténtica de su tierra.
Hay que cruzar luego los manglares y navegar hasta Nahnningi, y por ende explorar las ya devastadas ruinas de la ciudad prohibida de Nan Matol, para ir arrancándoles a algunos nativos iniciados la confesión de que Nan Matol no es más que una señal en forma de desafiante ciudad que indica que frente a su muralla externa, allí donde moran los tiburones, se esconde bajo las aguas otra ciudad de construcción muchísimo más antigua.
Sendas expediciones australiana, norteamericana y japonesa confirman que allí, a nueve metros de profundidad, descubrieron los vértices superiores de diez columnas verticales de 20 metros de altura cada una ...
Nadie explica lo que ha encontrado agua abajo de estas diez columnas submarinas, de una cultura absolutamente distinta a la de los constructores de Nan Matol: éstos dispusieron la totalidad de los bloques de basalto en forma horizontal, mientras que las mencionadas columnas submarinas se hallan todas en posición vertical. La sociedad secreta de los tsamoro no traiciona sus principios.
Artículo tomado de la revista Al Filo de la Realidad (Año 2, Número 63), revista quincenal de distribución gratuita.
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